Larga lucha por la participación política de las mujeres en Paraguay fue tema de debate

“El desarrollo es asegurarnos de que todos tenemos los mismos derechos y la misma oportunidad de colaborar en los espacios políticos, sociales y económicos. Si hay una forma en que se puede resumir toda la agenda del desarrollo sostenibles es en el no dejar a nadie atrás y cómo se puede no dejar a nadie atrás si no se tiene en cuenta a este sector que representan el 50% de la población”, afirmó Alfonso Fernández de Castro, Representante Residente Adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en el cierre del primer ciclo de Diálogos Democráticos, organizado conjuntamente con la Fundación Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD). Por su parte, Agustín Carrizosa, presidente ejecutivo del CIRD, manifestó que “cada vez más entendemos que no hay democracia sin la visión feminista del discurso político; la mujer trae la empatía, la sensibilidad, el ocuparse por el otro”.

La participación política de las mujeres es una de las luchas más largas en el Paraguay, afirmó la investigadora social Clyde Soto, quién hizo un recorrido por los 28 años de participación política democrática de las mujeres en nuestro país. Esta carrera de obstáculos, como la calificó, lleva más de cien años, con progresos y retrocesos. En este tiempo las mujeres paraguayas atravesaron diversas etapas: de reclamar el derecho a tener voz (opinar y ser escuchadas), a reclamar el derecho al voto (decidir), para finalmente proponer el derecho a la representación política (participar: elegir y ser elegida). Llegar a la paridad en este ámbito sigue siendo un desafío. Como ejemplo mencionó que el promedio de variación porcentual que surge es de 2,08% más mujeres después de cada elección. “Si esta tendencia se mantiene alcanzaríamos la paridad en el 2073; o sea, nos faltarían 78 años, lo que significa que la mayoría de nosotros no veríamos ese cambio, salvo que hagamos algo y ese algo es aprobar la paridad como condición base en Paraguay”, afirmó.

Por su parte, Guillermina Martín, antropóloga especialista en género, ofreció una mirada regional de la temática. Inició con una reflexión del contexto actual ante el impacto sin parangón del COVID-19, que ha profundizado las ya existentes desigualdades sociales, raciales, de género y etarias. “Debemos repensar al Estado como un generador de políticas públicas para la igualdad”, expresó, asegurando que en esta crisis se ve que los perdedores históricos son los más afectados. Entre las tendencias y desafíos para el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres en la región desde una tendencia paritaria, mencionó que, aunque hay disparidad entre los países, se notan avances más notables en el poder Legislativo. El ámbito local local/municipal es uno de los menos accesibles para las mujeres y los cambios son demasiado lentos en las dinámicas de acceso al poder en las organizaciones políticas. En contrapartida, destacó que América Latina y el Caribe tienen un marco legal internacional y nacional que permite a los Estados poder implementar políticas sustanciales y transformadoras si quisiera.

Finalmente, Tanya Mongelós y Leticia Alcaraz presentaron una encuesta con reveladores datos sobre la incidencia de la discriminación política de las mujeres, realizada por el CIRD. Entre las principales conclusiones se puede mencionar que la región está viviendo momentos de desaprobación profunda, un preocupante descenso del apoyo a las democracias y una gran desconfianza. La paridad no es vista como una condición sine qua non de las democracias. Un dato significativo que aportaron las investigadoras está dado por el impulso que Paraguay aportó en otros países a partir de la participación intercultural activa de mujeres en la política. “Paraguay ha sido un tractor, un impulsor para otros países, afirmaron.

Con el cuarto módulo Participación y Género, se ha dado cierre al primer ciclo de diálogos democráticos. Carrizosa reiteró su deseo de “que ésta sea solo la etapa de inicio de un proceso que nos permita seguir enriqueciendo el discurso social ciudadano, de manera a tener una presencia de mayor calidad e incidencia en lo que va a ser la Reforma del Estado; mientras que Fernández de Castro aseguró que “una sociedad que dialoga es una sociedad que construye de manera conjunta y que es capaz de avanzar”.

La Fundación CIRD y el PNUD Paraguay abogan por la participación de la sociedad civil como elemento esencial para evitar retrocesos en las diversas áreas de desarrollo, y para acelerar la recuperación socioeconómica del país tras el impacto de la pandemia de COVID-19.

Más información en: www.cird.org.py/dialogos-democraticos